Lunes Maldito
¡Ay! con lo bien que me lo estaba pasando yo este finde... (y curiosidades planetarias varias)

lunes, octubre 16, 2006

Los tres sabios y el elefante blanco


Cuenta una antigua fábula hindú que hubo un vez tres sabios buscadores del “Sagrado Elefante Blanco”. El elefante no era un simple un mito para ellos, sino un verdadero ejemplar viviente de la más elevada Divinidad, pues Él representaba la “Verdad”. Eran tres insaciables peregrinos, embarcados en la más noble exploración de los Misterios Universales. Tres ancianos, venerables, inquietos como los niños, y con una mente capaz de abarcar lo inesperado, lo nuevo, lo trascendental. Los tres tenían, además, una peculiaridad física y es que eran ciegos de nacimiento, pero para ellos eso no era ningún obstáculo que les impidiese continuar su sagrada búsqueda, ya que como es sabido, son los ojos muchas veces los que nublan y ciegan la realidad.

T
ras buscar durante años por varias ciudades, arribaron un día a un sencillo poblado donde un anciano lugareño, amablemente, les indicó dónde, según decían los antiguos sabios del poblado, podían encontrarlo. Estaban ya, ciertamente, muy cerca, y con decisión y firmeza, henchidos de alegría se introdujeron en el interior de la selva. Anduvieron durante toda la mañana y como eran ciegos agudizaron al máximo sus otros sentidos. Cayó la tarde y los tres estaban exhaustos, pero seguían buscando con entusiasmo, entusiasmo digno de los verdaderos buscadores, y ¡por fin!, los tres oyeron y hasta olieron la inmanente presencia del Grande y “Sagrado Elefante Blanco”. Profundamente emocionados, y como si de un relámpago se tratase los tres ancianos salieron corriendo a Su místico encuentro, ¡hasta los árboles se apartaban por compasión al verlos venir!. Había llegado el momento, el mágico encuentro entre lo buscado y el buscador, entre lo profundamente invocado y la respuesta de una evocación, a la altura del tesón y la perseverancia mantenida durante años, incluso vidas... Y llegaron hasta Él. Uno de los ancianos se agarró fuertemente a la trompa del elefante, cayendo de inmediato en profundo éxtasis; otro con los brazos completamente abiertos se abrazó con poderosísima fuerza a una de las patas del animal; y el tercero se aferró amorosamente a una de sus grandes orejas, ya que el elefante sagrado estaba placidamente tumbado sobre unas hojas.

Cada uno de ellos experimentó un sinfín de emociones, de sensaciones, tanto internas como externas, y cuando al cabo de un rato ya se hubieron colmado por la bendición del Sagrado Elefante, se marcharon, eso sí, profundamente transformados. Regresaron a la aldea y en una de las chozas los tres, ya en la intimidad, relataron y compartieron su experiencia.

Pero algo extraño empezó a ocurrir, empezaron a elevar sus voces y hasta a discutir sobre la “Verdad”. El que experimentó la trompa del elefante dijo: la Verdad es larga, rugosa y flexible; el anciano que experimentó con la pata del elefante dijo: eso no es la Verdad, la “Verdad” es dura, mediana, como un grueso tronco de árbol; y el tercer anciano indignado por tantas blasfemias dijo recordando su experiencia con la oreja: la “Verdad” es fina, amplia y se mueve con el viento.
Los tres, aunque sabios y hermosas personas, no se entendían, no se comprendían y decidieron finalmente marcharse cada uno por su lado.


Cada uno por su camino, viajaron por muchos países difundiendo su verdad. Crearon tres grandes religiones y fue rápida su expansión, pues realmente habían tocado la Verdad, y la predicaron honestamente por todo el mundo desde el corazón. Los tres buscadores habían llegado a encontrar la Divinidad. Pero no percibieron su amplitud, sino que se limitaron a experimentar una parte, no el Todo. Por lo tanto, aunque sinceros en su búsqueda y en su servicio, herraron en su propia limitación mental.


Esta es una adaptación de "La parábola de los seis sabios ciegos y el elefante", de Muhammed Jalal al-Din Rumi, S. XIII, muy usada actualmente en cursos y seminarios sobre "maestría de gestión de proyectos", "liderazgos" y demás memeces para directivos, que tristemente se basan en abrirles los ojos al sentido común, cobrando lo que no está escrito.



miércoles, octubre 11, 2006

Composición A con Negro, Rojo, Gris, Amarillo y Azul


Obra de 1920 del Piet Mondrian.


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Eureka, el pueblo de los genios



Refrescante descubrimiento televisivo via e-mule (mientras no se distribuya en España ni hay otra opción ni es ilegal). Eureka no es un pueblo normal, porque no lo habitan personas normales. Todo habitante es un genio, desde el grasiento mecánico de la gasolinera hasta el camarero del café del pueblo, pasando por el pequeño Oppenheimer (descendiente de Robert Oppenheimer, se entiende, vecino de los Einstein tres calles más abajo, por cierto). Bueno, todos menos el pobre Marshall Jack Carter (Colin Ferguson), que sin quererlo ni beberlo termina de sherif de tan surrealista localidad.

Una asesina, vórtices temporales descontrolados generados en el sótano de casita, un perro incazable que siempre se cruza en la carretera, una ayudante de shreif con armamanto como para invadir Cuba, un tal Mr. Stark como director del centro de investigaciones avanzadas (no se llama Toni pero lleva perillita y todo), una atractiva agente del Departamenmto de Defensa con un hijo autista que escribe imposibles fórmulas cuánticas con tiza en las aceras, la misteriosa Sección 5 y S.A.R.A.H, el piso inteligente del perdidísimo Jack, que le castiga si llega tarde sin avisar.

Primera temporada de 13 episodios y una segunda ya anunciada de otros tantos.
Muy recomendable, sorprendente y divertida.
Hay algunos webisodes en su página oficial, de unos 3 minutitos.

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