Lunes Maldito
¡Ay! con lo bien que me lo estaba pasando yo este finde... (y curiosidades planetarias varias)

lunes, febrero 12, 2007

[Monóblogo] Encontrarse con famosos

El otro día, al salir canturreando del teatro Victoria tras disfrutar como un loco del musical Grease, y mientras me ponía el abrigo para protegerme del poco frío de este invierno de pacotilla, me descubrí de pronto frente a una cara muy conocida.

- ¡Anda! Mira quién está ahí –informé a mi partener femenina- Gabino Diego.

La verdad es que es un tipo que llama la atención, alto él y con esa fealdad que ya se nos hace a todos simpática. Salía con un grupo de amigos del musical y comentaban a dónde iban a cenar. Nosotros seguimos a lo nuestro y al echar un vistazo al derredor descubrí las miradas poco disimuladas de la gente que mira pero que no quiere hacer ver que está mirando; muy curioso. Fotitos con los móviles y todo eso.

Y es que parece que el hecho de ver a un famoso te contagiara algo de glamour, como ser iluminado por unos instantes o algo así, no sé. Y lo bueno es que luego lo puedes comentar, como lo del chiste de la Schiffer y la isla desierta.

- ¡Oye! ¿A que no sabes a quién he visto?

- Pues fijo que no. Dime, dime.
- A Gabino Diego, tío. ¿Sabes?
- O sea ¿Gabino? Qué fuerte ¿no?
- Sí, tío, lo más. Un flipe. Allí de pie, a un metro lo tenía, que lo podía tocar y todo.
- Pues que guay.
- Ya te digo. Superemocionante.
- De la muerte.

O algo más realista, en la ofi tomando el café al día siguiente.

- ¿Qué tal Grease?
- Hosti, pues muy bien, muy chula. Pensaba que las canciones me rascarían más en castellano pero estuvo divertido.
- Mola.
- Ah, a la salida estaba el Gabino Diego con unos amigos.
- ¿Y?
- Nada, que también había ido a ver a obra.
- ¿Y?
- Nada, el cortado sin azucar, ¿no?.

Los famosos pueden serlo por diferentes razones, pero lo que les une a todos es que los conoce mucha gente. Supongo que debe ser un poco agobio carecer de intimidad. No dejan de ser personas que van al super, al médico y salen a tomar copas cuando no están trabajando; lo normal.

Y además, ¡todo el mundo se ha cruzado alguna vez con algún famoso!

Recuerdo haberme cruzado con Segura un par de veces (iluminarme de glamour, no mucho, la verdad). Una en Madrid, cruzando un semáforo de la Gran Vía y la otra aquí en Barcelona, saliendo de la Gigamesh con una buena bolsa de libros y cómics con un amiguete.

Pensando, pensando, a Ingrid Rubio la teníamos bastante vista por el barrio y mejorando aún más lo presente; Judith Mascó. Del barrio de toda la vida, incluso había ido al cole de mis hermanas.

Uno de mis episodios más lamentables con un famoso fue con Tarantino en el festival de Sitges de hace unos años. Estaba con un amigo que me había convencido para quedarnos a la sesión sorpresa de las tantas de la mañana y deambulábamos a las afueras del hotel Meliá a la espera, de noche ya. El caso es que llegó un minibús lleno de gente y empezaron a bajar personajes que sabes que pertenecen al mundo de la farándula por las ropas retro-fashion, las boinas y las gafas de pasta. Todos como una cuba y montando un jaleo como sólo saben montarlo los yanquis borrachos que consideran cualquier lugar del mundo territorio conquistado (ala). Y de pronto vimos salir del bus dando traspiés a Quentin, abrazado a un recortable tamaño real de Pocahontas, de esos de promoción de videoclubs. Poco tardamos en abalanzarnos sobre él para pedirle un autógrafo, pero una del grupo nos despachó con viento fresco aludiendo a su “private party, private party”, y alejándonos sacudiendo la mano como quien se aparta las moscas.

"¿Private? Si os está oyendo todo Sitges, puta. Si no hay nadie, sólo queremos un autógrafo del borracho ese de la Pocahontas."

En fin.

El caso es que nos quedamos sin autógrafo y con ese rancio sentimiento de mito caído.

Cuando al fin entramos en la sala de proyección para ver “Black Mask” teníamos al puto Tarantino, aún borracho, con la misma camiseta negra que había llevado todo el festival dos filas por delante y a siete butacas a la izquierda de un pelucón anaranjado debajo del cual se escondía Alaska (Por Diós Marc, ¿dónde me has metido?). Al parecer le dedicaban la película a él, tanto que le gusta el cine de Hong-Kong (pelotas).

Una buena de encuentros con famosos es la que le pasó a una amiga, a la que comentándole lo de Gabino Diego me contó su encuentro con Jorge Sanz en Salamanca.


Andaban celebrando el cumpleaños de la susodicha por allí en esas tierras tan universitarias, muy chisposos ya, cuando un ser tambaleante y de escasa estatura se acercó a felicitarla.
- Y digo, ¡anda pero si es el Jorge Sanz! ¿Y qué quiere este ahora? -me contaba-. Estaba como una cuba, el tío. Emperrao en invitarme a una copa para celebrar mi cumple. Y mira que es bajito, ¡es un retaco! Que yo alta precisamente no soy y le sacaba un cacho. ¡Pero es que ni se tenía en pie! La pobre novia (muy mona ella, una preciosidad, que cosa) aguantando la cogorza del tío, llevándolo casi a rastras. Y el tío "pero que yo te invito mujer, es tu cumpleaños". Qué trompa llevaba el colega, y en estas que se acerca una amiga y suelta "¡Ala! ¡Si es el Jorge Sanz! A ver cuando dejas de hacer de segundón de películas malas."

En fin, es lo que tiene ser famoso.


Pero la palma se la lleva mi hermana pequeña. Había sido invitada a nosequé fiesta-presentación-acontecimiento en el Princesa Sofía: mucho glamour, mucho copete. Así que iba ella la mar de estupenda con una amiga codeándose con la bonita gente de posibles copa de cava en mano, cuando vieron que todo el mundo se dirigía de repente a otro salón. "Debe haber más cátering, vamos pallá" se digeron. El caso es que al cruzar la puerta se sorprendieron al encontrarse centro de antención de todos, cámaras de televisión y flashes fotográficos incluídos. Y sientiéndose reinas por un día sonrieron al respetable algo inquietas pero sastisfechas por las atenciones recibidas, los 4 segundos justos antes de que un enorme tiparraco las apartara amablemente para dejar paso al Principe Felipe, a quien estaban eclipsando y chupándo cámara. Éste se limitó a sonreírlas y se dedicó a lo suyo, saludar y estrechar manos.

¡Ay! Aquello fue una premonición, ¿verdad hermanita Leticia?

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2 Comentarios:

  • Muy bueno!!!, yo sé de una amiga tuya que estuvo en Salamanca tomando unas copichuelas con Gerard Depardieu y Ridley Scott en tiempos de 1492. O de público con Bruce Willis en un programa de TVE.

    La verdad es que esto de los encuentros con famosos (del cine se entiende) es bastante curioso. Mis únicas experiencias al respecto son de verme frente a frente hace años con Penélope Cruz en el aeropuerto de Barcelona y la verdad que fue de cámara lenta con melena al viento. Iba de riguroso negro y marcando todo, todo y todo. Hasta entonces no me gustaba nada la ahora famosísima Pé, pero todo cambió a partir de entonces; debo decir que físicamente en persona gana mucho. En otra ocasión me crucé con Inés Sastre, muy maja ella y provocó la caída de un fotógrafo que mientras la fusilaba a instantáneas se pegó un batacazo porque iba retrocediendo sin mirar. La modelo-actriz-pésima le ayudó gentilmente a levantarse.

    Aunque no son actores, hace años me encontré en una conocida discoteca de BCN en el meadero de pared rodeado por Pablo Carbonell y su amigo Manel Fuentes, los dos con un pedal alucinante entonando “Mi agüita amarilla” y a Constantino Romero por allí rondando que ni se aguantaba de pie. Experiencia inolvidable.

    By Anonymous Anónimo, at 1:04 p. m.  

  • Buen tema! También tengo algunas anécdotas sobre esto. (Óscar pronto pasara a llamarme Higgins)...

    Recuerdo el haberme emocionado al encontrarme,hace muchos años, a Glen Close sentada a mi lado en una terraza de la Plaza de San Marcos (mi abuela decía que era Meryl Streep).

    En el cine Coliseum vi Geroge Lucas y charlé un poco con el actor que interpretaba "el jovencito Indiana Jones" (por algún sitio estará la foto que le hice, ni se me ocurrió ponerme yo).

    Al haber trabajado en el Circuit de Catalunya también he tenido el placer de intercambiar unas palabras con Michael Schumacher, Valentino Rossi, Dani Pedrosa, etc.


    Coincido en que tiene que ser un agobio que te miren de reojo, susurren cuando pasas y/o te señalen cuando entras en cualquier sitio, por lo que me pongo en su lugar e intento no prestarles atención, con que me firmen una teta me basta... ;-). Muaaacks!

    By Anonymous Anónimo, at 2:26 p. m.  

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